Adictos al placer, adictos al dolor



La adicción pertenece al malestar de depender de un objeto externo, sea una sustancia, una circunstancia, un vínculo, o incluso un estado interno, sea de avidez o sea de aversión. Los seis sentidos externos: vista, oído, gusto, tacto, olfato y mente. Fueron dados para conocer el mundo, pero los usamos erróneamente, anclándonos en sus consecuentes sensaciones, agradables o desagradables, y reaccionando con avidez o aversión según sea agradable o desagradable. Lo no dicho, a - dicción, cuando no hay posibilidad de verbalizar sucede el hábito que domina la voluntad de la persona, haciéndola dependiente, presa, tomada por el objeto de adicción.

Cada estado emocional o mental, tiene un concomitante físico en una sensación corporal, si es agradable genera una sensación placentera, y si es desagradable genera una sensación displacentera o dolorosa. Al observar con atención estas sensaciones corporales notamos que tienen la característica de surgir y desaparecer, como olas en el mar, sean cuales sean, placenteras o displacenteras, llevan este ritmo natural. Resulta ser que en la superficie del fenómeno, vemos que añadimos un sufrimiento mental que magnifica, distorsiona y sobre todo, multiplica y reproduce indefinidamente tal sensación de incomodidad o aversión, tanto como si fuese el caso de ser una sensación de placer o avidez, de esta forma no permitimos el flujo natural y lo frenamos quedándonos en la sensación pero sin conciencia, repetimos más de esa sensación sin saberlo en cuanto reaccionamos. Puede ser que vivamos en semejante estado de ignorancia? porque sufrimos de nuestros propios caldos de cultivo, absurdamente, creamos ficciones y las creemos como si fueran la realidad, y no solo eso, las adjudicamos al exterior, no sabemos que somos los creadores, los dueños y señores tanto de generarlo como de desarraigarlo y combatirlo, se inicia la rueda interminable, sucesos padecientes en la vida, vidas y vidas malgastadas. Reaccionamos y volvemos a generar más de lo mismo, aversión o avidez, reaccionamos y volvemos a generar una vida, volvemos a reencarnar, pasamos nuevamente por el sufrimiento de limitarse a la materia, nacer, crecer, enfermar, envejecer y morir, y cuando finalmente llega ese último suspiro de expiración, seguimos siendo inconscientes y volvemos a encarnar una y otra vez, una otra vez, vida tras vida, reacción tras reacción, no salimos de la rueda porque no podamos hacerlo, no salimos de la rueda porque en realidad no sabemos que podemos salir sólo con anteponer conciencia, visión perfecta y recta, ecuanimidad.

La ecuanimidad es una observación neutra y objetiva, veo la realidad tal cual es, sin aditamentos, sin exageraciones, sin minimizaciones, lo acepto, asumo la ley natural de impermanencia que rige a todo el universo del que formo parte, y entiendo que tarde o temprano esto también pasará, sea lo que sea, agradable o desagradable, así que para qué sufrir por algo aversivo que desaparecerá? para qué anhelar retener en la avidez o sufrir por lo que deseo y no tengo, si de todas formas desaparecerá? es una completa ilusión pretender dominar y controlar ese ritmo natural, le ley de la naturaleza se hará presente más allá de nuestras aversiones o avideces, y lo hará de una forma implacable, determinante, sólo hay que fluir con esa ley, simplemente...aceptación, ecuanimidad, objetividad, la realidad tal cual es.

Que estas palabras sean un canto a la vida, una plegaria a las almas, un llamado al camino.

Que todos los Seres sean Felices, que todos estén en paz, que se liberen, que todos compartan mis méritos, que todos los Seres sean Felices, todos los Seres: personas, animales, plantas, todos, que todos los Seres sean Felices.

Bhavatu Sabba Mangalam


Referencia: www.dhamma.org - Meditación Vipassana